miércoles, 12 de octubre de 2011

CAPITULO 2

-¡Vamos niña! ¡Despierta de una vez!
 

Alguien me estaba zarandeando de un lado a otro con  brutalidad. Podría haber abierto los ojos, pero sinceramente, no quería despertarme. 
Me encantaba aquella sensación de ingravidez que se siente tan solo cuando uno esta dormido, así como su estado intemporal. Podría 
decirse que me encontraba entre el mundo de los sueños y la realidad. Sentí como las manos que me agarraban me soltaban de golpe. 

"Paz" pensé. Me acercaba al estado de sueño profundo cuando de golpe fui arrastrada al mundo real por una potente bofetada. Abrí los ojos
de golpe y me lleve la mano izquierda hacia la  dolorida mejilla. Estaba confusa a la par que enfadada. ¿Acaso no podían despertarme suavemente? 
Busqué al culpable con la mirada mientras terminaba de ordenar los pensamientos. Me encontraba tumbada en el suelo del laboratorio numero uno 
rodeada por científicos que me miraban con expresión ausente. Entre todos pude distinguir la faz de la doctora que me miraba ceñuda mientras  se frotaba la mano derecha.
Por lo menos ella también se había echo daño.

- ¡Ya era hora! ¡Llevas casi dos horas durmiendo la mona! 
 

Nada mas terminar de articular la frase los demás científicos se alejaron uno a uno y volvieron a sus respectivos monitores olvidándose por completo de mí. 
Hice un amago de incorporarme, pero sin resultados, sintiendo aun la gélida  mirada de Kreig.
 

-Parece ser que hubo un pequeño problema con respecto a la anestesia y te inyectaron demasiada. No te preocupes, esto no volverá a pasar, y el responsable será despedido-dijo entrecerrando
los ojos,para después adquirir otra postura mas relajada- Parece ser que ni siquiera puedes soportar la dosis normal, algo que ya deberíamos haber previsto.¡Ah! y  yo que tu no me
incorporaría tan rápido. Deberías sentirte algo mareada.
 

Ojala solo me hubiese sentido mareada. Las piernas y los brazos me pesaban como si estuviesen hechos de plomo, sentía un palpitante dolor de cabeza  y apenas podía articular palabra. 
Parecía como parte del mismo suelo, fundida en su superficie de frío mármol.

- Ya tenemos suficientes muestras por hoy. Te recomiendo que salgas un rato fuera y descanses. Sinceramente, tienes un aspecto horrible.
 

¿Aspecto horrible? Seguro que la doctora no sabia lo que era aquello. De pronto las puertas se abrieron y dos asistentas entraron, para detenerse al lado de la puerta esperando órdenes. 

- Llevadla a su habitación y que descanse, ¡Y por el amor de dios que alguien le de algo de comer! ¡¿Como va a aguantar la dosis de anestesia si esta famélica?!- ordenó Kreig y
se giró hacia los científicos,como exigiendo algo. 

Uno de aquellos personajes, de unos veinte años se acerco a ella y le tendió algo. Apenas pude ver de qué se trataba porque las asistentas me agarraron de un brazo cada una y me elevaron.

-¿Puede la señorita caminar?- me preguntó una. Intente articular un no, pero no pude, emitiendo un sonido parecido a un bufido.
 

- Me lo tomare como una negativa. Dijo sonriendo, mientras ella y su compañera me transportaban hasta la puerta. Mientras introducían  la clave, me gire torpemente y pude 
observar al chico de antes, que mantenía una  animada conversación con Cris Kreig.  Aquella fue la primera vez que la veía sonreír, como hipnotizada por la palabras de aquel joven.
¿Es que acaso había algo entre ellos dos? Les observé detenidamente. Si, parecían tener mas o menos la misma edad y supuse que debido al trabajo debían de pasar mucho tiempo juntos, 
pero aun así la doctora no parecía  una mujer fácil de contentar...
 Él tenia un cabello rubio ceniza, era de una palidez extrema, lo cual  hacia resaltar el penetrante verdor de sus ojos, los cuales  por un instante se cruzaron con los míos.
¿ Porque sentía aquella horrible sensación de haberle visto en alguna parte? Alarmado, bajó rápidamente la mirada como avergonzado, escondiendo un delatante sentimiento  de algo 
parecido a la culpabilidad  para volverse a concentrar en las palabras de la doctora, mientras las asistentas me sacaban de la sala. 
 

El camino de vuelta a la cama se me hizo francamente corto, en parte debí a la gran cantidad de anestesia que corría por mis venas.  Tengo un recuerdo algo borroso de aquello,
pero podría jurar que atravesamos el pasillo y nos subimos en el ascensor para llegar a la planta donde se encontraba mi  habitación. 

De pronto, de una de las puertas situadas relativamente cerca de la mía, de cuya existencia ni me había percatado aun, salió una chica de tez y cabello color chocolate. 
Reconozco que no es muy normal encontrarse a dos asistentas medio arrastrando a una persona, pero su cara era todo un poema. Al ver la expresión de la joven una de las
asistentas se apresuro a aclarar la situación.

-¡Oh! Buenas noches señorita Tessa.-"¿Tessa? Bueno saberlo" pensé - Ha sido su primera sesión con la IT y parece ser que esta un poco débil- dijo sonriendo mientras me
vigilaba por el rabillo del ojo.
¿La primera sesión? ¿Es que acaso ni nombraba el error cometido con respecto a la anestesia?
 

- Ah bien entonces...-exclamó bastante aliviada- creo que iré mas tarde a hacerla una visita ¿esta bien?

-¡Claro! Estoy segura de que la encantara tener compañía - contestó la otra.

Vale. Una cosa es que no pudiese hablar y otra que una asistenta me hiciese de relaciones públicas, pero no podía hacer mucho para rebelarme asíque me dejé arrastrar resignada. 

No me explicaba como podía confiar tan ciegamente en la palabra de una de aquellas muñecas, vestidas igual y de facciones idénticas. 
Saltaba a la vista que no eran de fiar. Aquella Tessa había de ser una ingenua, demasiado inocente como para ver el brillo artificial de sus ojos,
que intentaban disimular a través de radiantes sonrisas y amables palabras. 

Aunque sabia que mi odio hacia ellas era irracional, pues siempre se habían comportado bien conmigo(a excepción del incidente del baño),
había algo en el fondo de mí que se estremecía cada vez que veía una de sus faces perfectas, y no supe explicar porqué. Bostecé. Lo mejor dejar dejarlo todo para otro momento.
Demasiadas emociones por un día.
 

  Nada mas encontrarme en mi mullida cama, arropada por la fina sabana de algodón y envuelta en una manto de oscuridad, mis ojos comenzaron a cerrarse lentamente
hasta que al fin puede dormir. 

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